José Padilla y Madrid
José Padilla terminó en Madrid sus primeros estudios e inició su vida profesional estrenando obras cuya acción e inspiración era muchas veces Madrid. Ese teatro por horas, hora tras hora, a los que la gente acudía llenando los teatros de los que salían con la memoria y el espíritu llenos de la música de “Ese moceton de rostro broncineo, anchas espaldas y gesto cañi que atraviesa el pasillo de los teatros buscando la mirada de los espectadores como si le importara la opinión de todos y cada uno…”
Cuando, desde los éxitos en París, empezaba a ser celebre en el mundo, el Teatro de la Zarzuela fue el escenario de sus éxitos en Madrid
“Sol de Sevilla es una zarzuela en tres actos con música de José Padilla y libreto de José Andrés de Prada. Se estrenó con enorme éxito el 19 de abril de 1924, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Está ambientada en la Sevilla del siglo XIX, en el año de 1872.”
ABC: “El público distinguidísimo que tarde y noche llenó ayer el teatro de la Zarzuela exteriorizó su entusiasmo, dedicando ruidosas y prolongadas ovaciones.
Toda la música de “Sol de Sevilla”, inspirada, de factura elegante, de sabor español, se adapta al ambiente y al objeto de la obra; y de la obradestacan un coro, que se repitió, y un cuarteto, coreado, en el primer acto; el preludio del segundo, todas las páginas de este acto, eminentemente musical, entre los que sobresalen el número de los “nazarenos”, que se bisó, y la romanza de tenor que Santiago Morell tuvo que cantar tres veces, obligado por las unánimes aclamaciones del auditorio, yun coro de manolas entercero, y la romanza de Curro que el Sr. Lledó dijo con sumo gusto.
Un éxito. En la Zarzuela ha salido el sol con el “Sol de Sevilla”.»
“La bien amada” Zarzuela en dos actos en la que nace la universal Valencia en el preludio cantado de la primera parte, y en el preludio solo orquestal, que la crítica llama “sinfonía”, del segundo acto. 3 de marzo de 1925. Teatro de la Zarzuela.
ABC “La bien amada, zarzuela que se estrenó anoche en el coliseo de la calle de Jovellanos, al propio tiempo que tejía una fábula sentimental colocándola en un marco levantino, supo dejar ancho campo a Padilla, ofreciéndole repetidas situaciones musicales para que en ellas demostrará su inspiración, su buen gusto y sus conocimientos de técnica orquestal.
La partitura contiene páginas de una belleza cautivadora, destacando el primero de sus números que se repite como sinfonía del segundo acto, y el del torerillo y el coro“